Dos formas de afrontar la evangelización

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El título del libro «Cásate y sé sumisa» da para muchos ratos de conversación y, a veces, puede llevar a temas mayores que la conveniencia o no de ese título.

Partamos de lo obvio: el título ha generado polémica. No estoy seguro de si ha sido buscada o no, pero así ha sido. Ahora bien, ¿esa polémica ha sido positiva para el libro y para los objetivos del libro? ¿Habría sido preferible buscar alguna palabra diferente a «sumisa» para hacer un título menos polémico, como «Cásate y sé feliz» o algo similar?

En mi opinión, si no hubiera existido esa polémica, dudo que ese libro hubiera pasado de ser otro libro más, perdido entre las estanterías de las librerías, en caso de haber llegado a ellas. Seamos realistas, en España se editan al año miles de libros. La gran mayoría apenas se vende. Y la editorial de este libro en concreto dudo que tenga unas capacidades publicitarias como las de Planeta.

El hecho es que, gracias a esa polémica, se ha hablado del libro. Unos lo han rechazado sin pensar. Otros han tenido curiosidad. Otros entendíamos lo que quería decir el título y nos quedábamos alucinados viendo las reacciones de los primeros. Pero, al menos en mi caso, sin la polémica dudo que me hubiera llamado la atención. Otro libro más sobre el matrimonio. En ese sentido, creo que ha sido positiva esta polémica. La publicidad que los intolerantes han proporcionado de forma gratuita ha sido impresionante. Ya me gustaría tener una publicidad así.

Ahora bien, se plantea el tema de si poniendo un título menos polémico, aunque se hubiera hablado menos de él, habría atraído más. El tema es encontrar algo que no ofenda en una época y un lugar en el que, en cuanto la Iglesia dice algo, ya hay quien se ofende. Y no digamos si habla del matrimonio. Aparte del hecho fundamental: si no se conoce algo, ¿cómo va a atraer? Un libro muy políticamente correcto, del que nadie habla.

Pero supongamos que ponemos un título menos polémico. Supongo que, entonces, habrá que censurar también a san Pablo y cambiar lo que dice, no sea que alguien se ofenda sin preguntarse siquiera lo que quiere decir. Y así para cada texto, por si acaso. Es decir, que sería el mundo el que nos dijera qué palabras podemos usar y cuáles no. Vamos, justo lo que hace ahora. ¿O es que los católicos no hemos entrado en el juego de decir «matrimonio homosexual», por ejemplo? Sí, es mucho más cómodo. Pero, al menos para mí, tremendamente insulso.

De forma aún más clara: si hubiera sido el título de una novela alabando el sadomasoquismo, nadie se habría quejado. Si es un ensayo editado por la editorial del Arzobispado de Granada, todo el mundo protesta. ¿El problema es la sumisión o quién lo edita?

En el título de esta entrada pongo «dos formas de afrontar la evangelización«. Y es que estas dos posibilidades se dan también a la hora de evangelizar: ¿presentamos la fe de la Iglesia tal cual es, arriesgándonos a que nos insulten o algo peor, o la cambiamos para evitar problemas con nuestro interlocutor?

San Pablo no tuvo problema en anunciar a un Dios crucificado y resucitado, arriesgándose a ofender al que tuviera delante. A san Pedro en Pentecostés tampoco pareció importarle mucho decir unas cuantas verdades que podrían no ser tomadas con gusto. Jesús dijo que había que comérsele para tener vida eterna, escandalizando incluso a sus discípulos. ¿Y nosotros vamos a hacer rebajas para no ofender?

Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.