Parte del cambio
¿Quieres ser parte del cambio que buscas? ¿O prefieres ser parte de lo que hay que cambiar? No hay más opciones.
En nuestro día a día es importante tener un concepto adecuado y realista de nosotros mismos y de nuestras posibilidades para hacer frente a las distintas situaciones que van surgiendo. Con estas entradas pretendo ayudarte en este camino.
¿Quieres ser parte del cambio que buscas? ¿O prefieres ser parte de lo que hay que cambiar? No hay más opciones.
Y no, no voy a hablar de fútbol. Realmente, no podría hablar mucho de fútbol. Sin embargo, el “deporte” al que me refiero lo practican (lo practicamos) tanto los que les gusta el fútbol como los que no nos gusta. Me refiero al apreciadísimo deporte de la queja.
Todos tenemos una gran capacidad para quejarnos. ¿O no? Nos quejamos de lo mal que van las cosas, de los políticos, del trabajo, de los hijos, del tiempo y de todo lo que pueda ser objeto de queja.
El problema es que, junto a esa habilidad para quejarse, no existe por lo general una voluntad de dejarse de tonterías y buscar soluciones reales. Es justo lo que falta y lo que hace falta. Por ejemplo, de poco sirve que uno se queje continuamente de lo poco que le gusta su trabajo si no hace algo para cambiar eso. Ese algo puede ser desde buscar lo positivo de ese trabajo hasta explorar otra opción profesional. Pero es que lo fácil es quejarse. Hacerse la víctima. Coger el toro por los cuernos y luchar por salir adelante ya no se puede hacer dejándose llevar, y eso asusta. Te obligaría a salir … Sigue leyendo
Quien hace una pregunta tiene que asumir que la respuesta puede no gustarle.
… Sigue leyendoBobby Fischer dijo que “el ajedrez es la vida“. Yo, aunque me guste el ajedrez y lo considere una de las mejores maneras de fortalecer el pensamiento lógico y la concentración, no llego a tanto. Pero sí que puedo afirmar que el ajedrez es, a veces, como la vida. O la vida como el ajedrez. Y es que, de este ¿deporte? ¿juego? ¿ciencia? ¿arte? podemos obtener valiosas lecciones. A mí se me han ocurrido las siguientes, aunque seguro que hay más. Si a alguien se le ocurre alguna que no esté en esta pequeña lista que he esbozado, que no dude en indicarla.
Un buen día hablaba con un médico que conozco, no recuerdo exactamente sobre qué. El caso es que, en un momento dado, me dio a entender que, como yo soy informático, no tengo ni idea de las personas, al contrario que él. En genérico. No se trataba de un tema médico.
Debo reconocer que el comentario en cuestión me molestó, aunque no dije nada. No tenía ganas de una discusión bizantina. Pero esa persona sabe que mi vida no son precisamente los ordenadores, aunque trabaje con ellos. Un punto infinitamente más importante es mi familia. Lo que escribo (y lo que leo) está siempre relacionado con el ser humano, con su esencia, sus dificultades. Estudio Ciencias Religiosas, que no es precisamente una opción tecnológica. Vamos, que aunque trabaje de informático, yo no diría precisamente que no entiendo a las personas.
Pero no, me redujo a aquello en lo que trabajo. Un reduccionismo utilitarista, eres aquello en lo que trabajas. Pues lo siento, pero no. Somos mucho más que nuestro trabajo y no es lógico que se nos etiquete tan sólo por lo que hacemos para ganarnos la … Sigue leyendo
Relacionado con el tema de la entrada “Rompiendo los límites“, os quiero contar otra anécdota. Esta vez de hace bastante más tiempo, cuando estaba terminando EGB.
Era un niño tímido. Muy tímido. Mucho más que ahora. Y llegó un punto en el que no me quedó más remedio que ir a las Colonias. Os podéis imaginar la gracia que me hizo tener que ir a esas convivencias.
Pero bueno, centrémonos. El caso es que hubo que ir. Fue en Tarragona, en Loreto. Teníamos unas libretitas en las que, francamente, sólo recuerdo haber apuntado una frase de todas las veces que el monitor nos habló sobre diversos asuntos. Supongo que el resto sería paja o, en cualquier caso, temas que no me marcaron en absoluto. Pero esa frase sí. No recuerdo quién nos dijo que la había dicho, pero es para enmarcarla: “Mientras quede una mínima posibilidad, yo no me rindo jamás“.
No voy a entrar en lo mal monitor que era el que nos tocó en gracia ni lo mal que lo pasé. Eso no tiene importancia ahora mismo. Lo que sí … Sigue leyendo
La humildad no es un ejercicio de autoaplastamiento, sino de sinceridad.
… Sigue leyendoA veces necesitas que alguien te pegue el empujón que te hace falta para superarte a ti mismo.
He recibido una postal de Navidad cuyo sobre, como es normal, tiene un sello. Ese sello me ha llamado mucho la atención. Se trata de uno de la serie “valores cívicos“, en el que pone “soy lo que hago”, además de “protejamos a las personas con discapacidad”.
¿Y cuál es la pega? Desde luego, no la parte de proteger a las personas con discapacidad. El problema es esa rimbombante frase que han puesto como resumen de ese valor cívico: soy lo que hago. Esta frase reduce al ser humano a una concepción meramente utilitarista. Es lo mismo que decir que tengo valor según lo que produzca. Y nos lleva a una terrible pregunta: ¿qué pasa si no hago nada? ¿Qué ocurre con quienes están en coma, por ejemplo? ¿O en estado vegetativo? ¿Qué pasa con los niños no nacidos o con los ancianos y enfermos que no pueden, quizá, ni levantarse de la cama? Ante esa frase tan bonita que nos proponen en ese sello, tendríamos que decir que esas personas no son nada, ya que nada hacen.
Esa frase sirve como escueto resumen de los valores de los que beben nuestros gobiernos: sólo somos mano … Sigue leyendo
Aunque en principio está dirigido al mundo empresarial, no tiene ninguna dificultad extrapolar lo que dice a cualquier ámbito, incluyendo el familiar.
La idea es que quien, sencillamente, manda, no es un líder. Para mandar no hace falta nada más que dar órdenes y que haya alguien a quien dárselas. Por desgracia, todos tenemos experiencia de gente que sólo hace eso. Desde el típico jefecillo que llegó a tener ese puesto sin saber muy bien cómo ni por qué, pero que se lo ha acabado creyendo, hasta mandamases gubernamentales que, en cuanto llegan al poder, se afanan en hacer lo que les dé la real gana. Tampoco es líder el populista, que se dedica a tratar de “caerle bien” a la gente para que le obedezcan sin rechistar.
Como decía, eso no es un líder. El líder se distingue, precisamente, porque puede pasar como uno de los demás. Porque se preocupa por aquellos a quienes lidera. Porque … Sigue leyendo