Yo soy el leproso

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Se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: “Si quieres, puedes limpiarme”. Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero, queda limpio”. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: “No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés”. Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes“. Mc 1, 40-45.

Sacramento de la PenitenciaYo soy ese leproso. Y tú también. Cada vez que nos acercamos a Cristo en el confesionario, le mostramos nuestra pequeñez, nuestra inmundicia, y le pedimos que nos limpie. Porque no podemos hacerlo por nosotros mismos. Nuestras fuerzas no bastan para vencer al pecado. Cada una de nuestras recaídas lo demuestra. Empezamos con ganas, por supuesto. Sin embargo, los cansancios de cada día, las dificultades, las preocupaciones, hacen un caldo de cultivo idóneo para que acabemos cediendo.

Aun así, Cristo está ahí, deseoso de que volvamos “a casa”. Al igual que … Sigue leyendo

Caído

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CaídoMe avergüenzo, mi Señor,
pues otra vez te he fallado.
Y me abate saber que
ya vuelvo a estar en pecado.

Por mucho que me confiese
y a tu Amor haya llorado,
mi amor es débil, Dios mío,
necesito ser sanado.

Siempre los mismos tropiezos,
y me aparto de tu lado.
Yo quiero, pero no puedo,
me veo desesperado.

No sé el motivo por que
sigo siendo por Ti amado.

Dame, Señor, tú las fuerzas
para ser resucitado
y levantar del estiércol
en el que me he revolcado.

Sin Ti alzarme no podré,
alguna vez lo he intentado.

Mi corazón no descansa
hasta estar arrodillado
ante Ti y tu sacerdote,
de los demás apartado,
dentro del confesonario
con mi cruz y bien cerrado.

Tan sólo esa medicina
para el ser atribulado.
Tú eres, mi Señor, la paz
para aquel que está agotado.

Levántame cuando caiga,
que no me quede aplastado.

Dame fuerzas en la lucha
hasta verte al Otro Lado.… Sigue leyendo

Perdón

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Artículo publicado en el número 1008 del año XXXV de la revista Sembrar, revista quincenal diocesana de Burgos, correspondiente al período del 20 de julio al 14 de septiembre de 2014. Podéis leer la revista en este enlace. También publicado en Católicos con Acción el 22 de septiembre de 2015.

Perdón

Una de las palabras más difíciles de pronunciar en español es “perdón“. Y no por una inexistente singularidad sintáctica, sino por lo que implica.

¿Cuál es el problema con esa palabra en particular? Muy sencillo: queremos estar por encima de los demás.  Ser superiores. Somos egoístas, es un hecho. Y entendemos que pedir perdón a alguien es rebajarnos, humillarnos. Claro, viéndolo así, ¿quién querría pedir perdón?

Pero es que no es así. Pedir perdón no es rebajarnos. No socava nuestra dignidad en absoluto. Más bien al contrario. Es decirle al otro que te importa. Que, aunque puede que no entendamos bien el motivo (a veces ocurre), le hemos hecho daño y nos importa lo suficiente como para querer dar marcha atrás si pudiéramos. Y, ya que no podemos, le pedimos que nos … Sigue leyendo

Despidiéndome de un amigo

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El día 6 de julio de 2013 fallecía en Valladolid el padre Federico García Unquera, S.J., quien ha sido mi confesor y director espiritual durante años, hasta que, debido a la enfermedad, tuvo que ser trasladado a la casa que la Compañía tiene en Villagarcía de Campos, que tiene enfermería, para ser mejor atendido.

En la homilía de la Misa que los jesuitas celebraron ayer por su alma el sacerdote recalcó algo que, ciertamente, definía al padre Unquera: era un mediador de la misericordia divina. Pasaba horas y horas en el confesionario, siempre escuchando, siempre con buena cara, siempre ayudando, dando buenos consejos. Siempre. Incluso cuando necesitaba bastón para caminar, y lo hacía muy lentamente, él se empeñaba en ir a confesar. Aunque sus compañeros le dijeran que no estaba como para ir a confesar, él quería seguir desgastándose como mediador de la misericordia de Dios. Una anécdota que puede parecer nimia, pero que a mí me ayudó mucho fue que, un día, después de contarle mi ristra de pecados, le dije: “Pues estas son mis miserias.” Y el me respondió: “No, esas eran tus miserias.“. Quizá él me haya ayudado más que nadie a entender la … Sigue leyendo

La más hermosa parábola cinematográfica sobre el perdón

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Esta es la que yo creo que es la más hermosa parábola cinematográfica sobre el perdón. Pertenece a la película “La Misión“. Alguien que, en justicia, debería ser ejecutado, es perdonado. En ese momento, el que perdona arroja por un barranco el lastre que lleva el reo y que le impedía avanzar con libertad.

¿No os recuerda al perdón que Dios ofrece cada día en la Confesión?

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Renuncio a Satanás

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Un cierto día, al prepararme para la Confesión, al hacer el propósito de enmienda, me di cuenta de que más de una vez, aunque sí que quería cambiar y abandonar mis pecados, se trataba de un propósito un poco “light“, por decirlo de alguna manera. Sí, quiero cambiar, pero a la vez quiero caer.

Es curioso. Creo que muchos de nuestros pecados los cometemos porque queremos que ocurran. Y no sólo me refiero al momento de caer (si no ha sido algo voluntario, poco pecado puede ser). Me refiero a nuestra predisposición. Todos tenemos unos ciertos pecados que vuelven una y otra vez. Van unidos a unas ciertas debilidades que cada uno tiene (y debe conocer). Y, en el fondo, muchas veces queremos perder en la batalla contra la tentación. O, incluso, podemos querer a la vez vencer y perder. Seguramente no nos demos cuenta, pero ahí está.

Entonces, pensé que había que rechazar esos pecados pero de verdad. Y costó. Al final, se trata de renunciar a una serie de apegos que parecen formar parte de ti. Y si no se hace de verdad, es más fácil caer de nuevo. No puedo decir … Sigue leyendo

Con todas mis fuerzas

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A veces, al salir del confesionario, vamos con el firme propósito de resistir la tentación con todas nuestras fuerzas. Y, la próxima vez que volvemos al confesionario, no nos queda más remedio que reconocer que, aunque quisimos resistir con todas nuestras fuerzas, acabamos cayendo de nuevo.

Y es normal. Nuestras fuerzas son una auténtica birria. Lo siento por quienes se crean fuertes, pero va a ser que no. Hay que tener una cosa bien clara: nuestro enemigo es más fuerte que nosotros. Muchísimo más fuerte. Siempre y cuando no contemos, claro está, con refuerzos. Y quien pone los refuerzos es Dios. Si, en lugar de confiar en nuestras propias fuerzas, procuramos poner nuestra confianza en Dios, veremos que la cosa es muy diferente.

Podemos hacer un símil parecido al del castillo del alma de hace unos días: tenemos nuestro castillo bajo asedio de un enemigo con un ejército más numeroso que el nuestro, más inteligente, que no necesita descansar, ni comer, ni parar para nada. Tenemos también un aliado mucho más poderoso que nuestro enemigo, y es un aliado con el que tenemos una comunicación fácil y rápida. En cuanto queramos, podemos comunicarnos con él. Pues … Sigue leyendo

 

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Jorge Sáez Criado, autor de ciencia ficción

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